Medio Maratón de Montaña del Ocejón





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Información


La salida se da en la Era de Robleluengo. Antes, un tipo muy pesado volverá a decir, como cada año, que envases, vasos o restos se deben tirar en medio del camino, jamás en el jaral o el bosque, puesto que habrá personal de la Organización que recogerá todo, absolutamente todo; de manera que cuando el último participante llegue a meta, todo el recorrido se hallará más limpio que cuando iniciamos el marcaje, ¡garantizado!

La carrera da una vuelta a Robleluengo entrando por su Plaza Mayor y volviendo a la Era (900 ms.).

Entonces se toma el camino que nos debe llevar a Majaelrayo (Kilómetro 3).

Se cruza todo este núcleo urbano y se toma el Camino Real, con el Padre Ocejón a la izquierda (son inevitables las miradas entre temerosas y resueltas, que aquí se dirigen a la cumbre).

Se llega al primer avituallamiento (Kilómetro 6) sin haber ascendido prácticamente nada, aunque habiendo sufrido-disfrutado de un recorrido toboganero (subibajas continuos que, ¡atención! nos puede mermar las fuerzas).

Aquí se inicia la ascensión franca, que con un par de descansos beneficiosos, nos llevará al mítico avituallamiento de la Peña Bernardo (kilómetro 10,300). Si al llegar a este lugar oyes música; ves gente bailando o te ofrecen chorizo y vino de la bota, no se te ha bajado el nivel de glucosa: estás en el Medio Maratón de Montaña del Ocejón y aquí la gente es muy rara.

En este lugar, se encuentra el control de tiempo que impide que los corredores que lleguen a partir de la hora y media (1:30 h.), continúen en carrera bajo la responsabilidad de la Organización. El tiempo es perfectamente asequible para participantes que simplemente “rueden” hasta aquí. Esta medida se lleva a cabo, para que no se eche la noche encima (ha pasado, con el consiguiente peligro), para las personas que deciden hacer todo el Medio Maratón caminando.

A partir de aquí, para no ensuciar la montaña, no habrá ninguna señal, pero siempre habrá alguna persona de la Organización que señalará el camino, animará y si fuera necesario ayudará en caso de problemas.

Nos encontramos poco después de la Peña Bernardo, con una de las subidas más exigentes: la del Collado de Valverde. Al culminarlo habrá que bajar hasta el cóncavo que, cubierto de gayuba, nos lleva hasta el Collado del Ocejoncillo. Desde aquí, se inicia la segunda rampa más pronunciada de todo el Mediocejón, la que termina en la cumbre (kilómetro 12,700). Aquí, los esforzados voluntarios (el nunca suficientemente ponderado Equipo de Altura), que previamente han subido el agua en sus propias chepas, os ofrecerán el preciado líquido. Si decides bajar con la botella en la mano, por favor, llévala ya hasta el tercer avituallamiento, poco más de dos kilómetros cuesta abajo (otra vez en la Peña Bernardo, en el kilómetro 15,100), recuerda que estamos en plena montaña y que los bloques de pizarra y la gayuba harían difícil la recuperación de los envases.

A partir de la Peña Bernardo, la bajada es cómoda hasta llegar a las inmediaciones de Majaelrayo. Aquí se alcanza una zona en la que emerge la pizarra de forma bastante peligrosa. El cansancio se ha acumulado y la visión próxima de Majaelrayo, hace que bajemos un poco la guardia y que el peligro de caída sea evidente, así que: ¡prudencia a los guerreros y guerreras de la montaña!, aminoremos el paso, porque habrá tiempo de correr a tope.

Cuando llegamos a la Plaza Mayor de Majaelrayo, nos encontramos con el quinto avituallamiento (kilómetro 19,000). En este lugar está el segundo control de tiempo y hay que llegar antes de las 3 horas 15 minutos de la hora de partida.

Ya sólo nos queda, regular nuestras ansias de llegar a meta y correr los dos últimos kilómetros que nos quedan hasta la soñada Era de Robleluengo, disfrutando del paisaje y del atardecer, observando el sol sobre la Cabeza de Ranas y nuestras propias cabezas.